FORO SOBRE LANZAROTE

Según diariodelanzarote.com:

Las casas (de la empresa pública) del agua
Matías Reyes
[Jueves, 10 de febrero de 2011]

Una leyenda urbana, con supuestos protagonistas representantes de la vida pública, así como con testigos y responsables, igual de supuestos, atribuye a la empresa pública del agua los gastos de construcción de varias casas pagadas por la misma, pero que pasaron a formar parte del patrimonio de aquellos personajes a quienes se atribuye la operación. Esto es, la hija de un dirigente, los propios dirigentes, y alguno más que disfrutarían de bienes pagados por la empresa pública que hoy se encuentra al borde del colapso financiero.

La misma leyenda atribuye a una empresa constructora la construcción de alguna de esas viviendas y la presentación ante la administración de la supuesta factura, que anduvo de mesa en mesa hasta que finalmente se pagó, desconociéndose el concepto de la factura, pues no parecía de recibo recoger lo de “la casa de la hija de...”. Se llega a contar que la dirección de alguna de esas obras se realizó con personal de la administración a quien se estafaba.

No cabe duda de que estas leyendas urbanas, demostrables o no, se quedan en eso, en cuentos, y que el único hecho demostrable hoy en día es que la empresa del agua se encuentra en quiebra, que los administradores cobran, entre todos, un millón de euros por decir que hay que subir el precio del agua, cosa que puede decir cualquier maruja. Y gratis.

Es demostrable que todos los ayuntamientos de la Isla pertenecen al Consorcio de Aguas, que, a su vez, es socio único de la empresa pública del agua que toma las decisiones sobre un recurso esencial, y que no pagan sus facturas, y que por pertenecer a tal órgano tienen la facultad de acordar hacerse perdonar la deuda.

La realidad, por más que a nadie abochorne, tiene por protagonistas a todo el espectro político que ha gobernado durante los últimos decenios, y esa misma realidad señala con contundencia que son los usuarios de la Isla los que han de hacer frente a los costes de la mala gestión de la empresa que, quienes la han dinamitado, saben que siempre pagaremos las facturas que nos presenten. Eso, o la sed, y la muerte.

¿Debemos soportar durante cuánto tiempo este adormecimiento y conformidad con las leyendas, o no, urbanas, así como con la impunidad de la que disfrutan algunos? ¿Tenemos que aguantar cargar con el pago de los costes del enriquecimiento ilícito, a costa de un bien esencial (esencial o no), o es que recogemos los beneficios que nos reporta la complicidad general? Porque un poco ahíto ando de que encima se señale a quienes denunciamos las situaciones delictivas con aquello de que “no representan a nadie y pretenden desestabilizar”, o, como dice Chavanel (C7), “los del nonismo”. ¿Desestabilizar a quién, a los cómplices que sacan provecho con el pacto de silencio compartido?

Vindicar el nonismo a los delincuentes es lo que toca, porque no hay nonismo posible ante la decencia y el progreso.