La Opinión de LanzaroteJueves, 17 de Abril de 2008
PGOUA. Lo prometieron
Fernando Marcet Manrique
Es que ni siquiera se trata de si es un buen plan general o un mal plan general. No hace falta entrar en detalles, aunque haya muchos detalles en los que entrar. Es algo mucho más básico, mucho más elemental. Ustedes lo prometieron. Así de claro. Lo prometieron.
¿De verdad eso no significa nada para ustedes? ¿De verdad son capaces de seguir mareando la perdiz con posibilidades y matizaciones como si aquí no pasara nada?
Ustedes verán lo que hacen, pero les recuerdo que quedan menos de tres años. Y tres añitos pasan en un suspiro.
El Plan General tiene buena culpa de que ustedes estén ahí ahora mismo. De hecho esa fue una de sus estrategias de campaña fundamentales. Salió en todos los periódicos, en todas las televisiones locales. El grupo de gobierno, comandado por Isabel Déniz, había aprobado inicialmente el nuevo Plan General rápido y corriendo, con la colaboración de tres “rebeldes” del PSOE. Es que la mayoría de la gente ni siquiera se preguntó si aquel Plan General tenía elementos positivos o negativos; todos dieron por hecho que aquellas prisas y aquella forma de hacer las cosas eran síntomas irrefutables de pelotazo bestia.
Y ustedes bien que sacaron tajada del río revuelto. Pero ganaron las elecciones, se firmó el pacto, se subieron los sueldos, se acomodaron en sus despachos. Y el Plan General permaneció.
Es verdad que Enrique Pérez Parrilla fue el único que siguió manteniendo públicamente su postura inicial. Es verdad que Antonio Hernández se desmarcó el primero de sus promesas electorales bajo la pobre excusa de haberse informado mejor. Pero oiga, es que da exactamente igual.
Si yo soy alcalde y no puedo mantener mi promesa por las razones que sea, pues entonces cojo y me voy. Si yo soy concejal de urbanismo y resulta que he basado mi campaña electoral en una tesis que posteriormente considero equivocada, cojo y me voy. Esto es como los embarazos, o se tienen o no se tienen. No hay medias tintas. No vale eso de si modificamos un poquito por aquí o cambiamos esto por allá. Y no vale por una sola razón. Porque para ustedes no valió cuando hicieron campaña y convencieron al electorado de que aquel Plan General era el mayor timo del siglo.
Ha pasado más de un año. El Plan General sigue ahí, como si nada. Y el caso es que sí que era el timo del siglo, o por lo menos de lo que llevamos de siglo. No hay más que echar un vistazo a las recalificaciones que se hacen en los terrenos de la Bufona, en uno de los ejemplos más descarados de abuso y aprovechamiento personal de poder público. Los terrenos de Garavilla, propiedad en su mayor parte de los dueños de Hiperdino y Marcial, son otro buen ejemplo de esa recalificación que tiene por objeto enriquecer a los más ricos en lugar de repartir las plusvalías resultantes de dicha recalificación.
Porque no olvidemos una cuestión fundamental. Un Plan General consiste en eso, en recalificar. En decir dónde se puede construir y qué se puede construir. Si de golpe coges un suelo rústico y lo conviertes en urbanizable, ahí lo que estás haciendo es revalorizar un terreno, lo cual traducido en dinero contante y sonante implica muchos ceros juntos. Con el Plan General que nos quiso endosar María Isabel Déniz todos esos ceros iban a unas cuentas corrientes muy determinadas. Se expropiaba a los menos acaudalados, como a los vecinos de Morro Angelito, y sin embargo se revalorizaba o directamente se legalizaban naves industriales o terrenos poseídos por los más pudientes.
Pero como dije al principio, es que todo esto no tiene ninguna importancia. Aunque fuera el Plan General más perfecto y justo del universo, ese Plan General debería estar durmiendo el sueño de los justos desde hace mucho. Lo prometieron, señores. Lo prometieron.
Hace falta un nuevo Plan General, eso a nadie se le escapa. Hace falta sentar de una vez las bases firmes de lo que será el Arrecife del siglo XXI. Solo cuando haya un nuevo Plan General, Arrecife podrá retomar su actividad sabiendo a donde se dirige, conforme a un patrón predefinido.
Pero algo tan importante no puede aprobarse a tres meses de finalizar una legislatura. Y muchísimo menos puede sostenerse por aquellos que prometieron su fulminante retirada. El Plan General de Isabel nació cadáver. Y con los cadáveres solo se puede hacer una cosa. Enterrarlos.
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